Jueves, 28 de Marzo de 2024 |

La nueva era del cobre en Argentina: los 8 proyectos en los que se invertirán u$s 22.000 millones

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Hay ocho proyectos que podrían introducir a la Argentina en una nueva etapa del cobre. Si todo avanza como se cree, se invertirán en la construcción de las minas alrededor de US$ 22.000 millones y el país podría exportar por US$ 11.000 millones anuales a partir de la próxima década.

La Argentina comenzó a producir cobre a gran escala en 1997 con la mina Bajo la Alumbrera, en la provincia de Catamarca. Ese mismo proyecto dejó de estar operativo en 2018. El país ya lleva cuatro años sin producir cobre. Esta primera etapa cuprífera en la Argentina duró 21 años y produjo solo desde esta mina, que en total obtuvo ingresos fiscales por US$ 5037 millones y en su vida útil generó exportaciones por US$ 17.300 millones. No fue poco, pero fue solo un proyecto. Mientras, el PBI de Chile – al otro lado de la cordillera- se movió al ritmo del cobre.

Pero en los últimos años distintos proyectos de gran escala en etapa exploratoria avanzaron. Las compañías desembolsaron algunos millones de dólares para conocer más la geología y superar las exigencias regulatorias. De a poco se fue configurando una nueva era del cobre que está renaciendo en el país, a pesar de los problemas macroeconómicos que afectan cualquier actividad. El cobre busca revancha en la Argentina y se prepara para escalar varias veces la primera etapa y multiplicar los números previos a 2018.

Hay ocho proyectos de gran escala ubicados en solo cuatro provincias que están en etapa de exploración avanzada y prometen ser los protagonistas de esta nueva era cuprífera de la Argentina. En la provincia de San Juan, la que más proyectos tiene, están Los Azules, El Pachón, Josemaría, El Altar y Filo del Sol; en Salta se encuentra Taca Taca; en Catamarca está MARA (Mina Agua Rica – Alumbrera); y en Mendoza el proyecto San Jorge. Las estimaciones de recursos de cada uno convierten a la Argentina en uno de los principales países del mundo con potencialidad en la producción de cobre.

En total, la etapa de construcción de estos ocho proyectos demandará una inversión de más de US$ 22.000 millones. Se calcula, según los números aportados por las compañías y los que estima la Secretaría de Minería, que en estos ocho proyectos hay 63,1 millones de toneladas de reserva de cobre, que implica una producción anual de 1,2 millones de toneladas. Con las ocho minas en producción la Argentina podría llegar a exportaciones de cobre por alrededor de US$ 11.000 millones anuales, según cálculos oficiales. Esto significa más del triple de lo que exporta actualmente el sector minero en el país.

Sin embargo, los tiempos del cobre son los más largos que tiene la minería en general. Recién en cuatro o cinco años podría empezar a operar algunos de estos ocho proyectos y se espera que a partir de 2030 la producción sea realmente a gran escala. El impacto real de todos estos números no es inmediato, pero el futuro es realmente prometedor.

Oferta y pico de demanda

Si no hay grandes sobresaltos y todos los proyectos pueden avanzar en tiempos lógicos, la Argentina podría entrar a la próxima década con una buena producción de cobre, pero, sobre todo, significativamente creciente. Esto se dará al mismo tiempo que el mayor pico de demanda de cobre a nivel mundial. La coincidencia entre la entrada en producción de los cupríferos en la Argentina hacia 2030 con la mayor demanda mundial en la historia de este metal es una de las características más importantes de la nueva era del cobre del país.

Según un informe de la consultora Wood Mackenzie, la demanda se multiplicará por cinco desde 2030 por el crecimiento de la electromovilidad, ya que en fabricación de vehículos eléctricos el uso del cobre se cuadruplica. Además, el consumo de cobre a nivel mundial crecerá por el corrimiento del sector productivo de fuentes de energía fósil hacia las alternativas renovables o de menores emisiones de CO2, el almacenamiento energético y el aumento de la instalación de redes eléctricas.

El mundo está yendo a las energías limpias, que demandan altas cantidades de cobre. Por ejemplo, los parques eólicos, tanto en tierra como los offshore, demandarán entre cuatro y hasta siete veces más cobre que en la actualidad. Las fábricas de cables también tienen previsto multiplicar la producción porque la electrificación dependerá, en gran medida, del cobre que haya disponible en el mundo. Estos fenómenos son parte de la transición energética que el mundo está atravesando y, más allá de que se acelere o demore por la pandemia o las guerras, se trata de un futuro inevitable. El cobre será uno de los grandes protagonistas de esta transición.

También, el cobre es uno de los minerales más requeridos a nivel mundial por su conductividad y porque tiene múltiples aplicaciones en el sector de la construcción, las telecomunicaciones, la electrónica y el transporte. Actualmente, el principal demandante es China y en segundo lugar se ubica Estados Unidos.

Wood Mackenzie estima que si se quisiera limitar el calentamiento del planeta en alrededor de 1,5° (como indica uno de los objetivos del Acuerdo de París de 2016) para intentar reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la industrialización, se necesitarían 68 millones de toneladas anuales de cobre para el año 2050. En la actualidad el mundo produce 28 millones. En este escenario futuro, la oferta de cobre tendría que aumentar en 40 millones de toneladas anuales. Chile, uno de los mayores productores del mundo, alcanza los 5,6 millones de toneladas por año. Es decir, para abastecer la demanda futura se necesitan casi siete veces lo que hoy produce Chile.

“Para los próximos años se espera un incremento constante en la demanda, impulsado muy especialmente por los compromisos asumidos por los distintos países en relación con el cambio climático. Aquí entran en juego las tecnologías de energía limpia. La Argentina tendrá un lugar destacado en este cambio energético a partir de ser productora de cobre y también del litio“, señala Franco Mignacco, presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM).

Mignacco también explica que “en 2030 se estima que los vehículos eléctricos representarán más del 30 por ciento de los vendidos a nivel mundial. Un auto eléctrico requiere más del doble de cobre que uno convencional. En cuanto a las energías renovables, hay aproximadamente 5,5 toneladas por Megawatts (MW) de cobre en la tecnología de energía solar y 4,7 toneladas en una turbina de viento de 3 MW. En este nuevo escenario, se estima que la demanda total del cobre se multiplicará por tres en 2040 en comparación con 2020“.

Mario Hernández, presidente de la Cámara Minera de San Juan (CMSJ), indica: “La Argentina empezó a traccionar una nueva ola exploratoria y de grandes inversiones para concretar la producción y exportación. Esto tiene que ver con que hay una posibilidad de que en un futuro el precio de las materias primas vaya al alza ante la mayor necesidad de consumo de cobre en el mercado“. Y remarca: “Los pórfidos de cobre se volvieron más atractivos en términos de inversión exploratoria, porque tiene un valor de cobre equivalente ya que incluye a otros metales, como por ejemplo el oro. Si avanzan los pórfidos de cobre en San Juan, estamos hablando de alrededor de US$ 7000 millones de inversión para una sola provincia, que es un número muy grande”.

El titular de la cámara sanjuanina destaca que para 2030 el precio del cobre va a estar muy por encima del actual. “Los proyectos en la Argentina no van a producir mañana, por eso es importante que lleguen las inversiones para el desarrollo de estos pórfidos de gran escala. Entre los años 2027 y 2028 la Argentina podría volver a exportar cobre. El cálculo que se hace en el sector minero es que para 2030 se espera una gran demanda de cobre en el mundo, que coincide justo con el año donde podría haber varios proyectos en San Juan que estén exportando o comenzando a exportar”, explica.

Michael Meding, vicepresidente de la compañía canadiense McEwen Copper, que opera el proyecto de cobre de gran escala Los Azules (San Juan), señala que el cobre va a jugar un rol muy importante en el futuro. Será el nuevo petróleo, según el banco de inversión Goldman Sachs. La mina Los Azules está en Calingasta muy cerca del límite con Chile. En recursos, es uno de los 10 proyectos más grandes del mundo (al igual que El Pachón), según indicó el ejecutivo. En el primer trimestre del próximo año va a presentar el análisis económico preliminar y en abril va a presentar el estudio de impacto ambiental (EIA). Según los planes, producirá placas de cobre de alta pureza. “En el mundo se espera que falte mucho cobre. La demanda será muy grande. Por este motivo, se necesita coordinación entre los distintos estados de los países que pueden producir cobre para transitar a un mundo más verde”, agrega Meding y señala que para 2024 planean presentar el estudio de factibilidad y para eso aumentarán de seis a diez las máquinas perforadoras en el proyecto.

Foco en 2030

Mignacco resalta que la diferencia entre las dos etapas del cobre en el país tienen que ver con el contexto nacional: “Nos encontramos con una industria minera más consolidada y madura, lo que incluye también a los proveedores y a los recursos humanos. También contamos con una sociedad con mayor conciencia sobre el rol de los proyectos para movilizar las economías locales y, a la vez, más demandante de información sobre los planes de las empresas y la generación de espacios de diálogo donde se escuche su voz. Y a nivel internacional son relevantes las renovables y la electromovilidad, que en la primera etapa no estaban presentes”.

Además, añade que las mineras han vivido un cambio de paradigma y están trabajando fuertemente aspectos como el relacionamiento con las comunidades y la transparencia. Como ejemplo cita las iniciativas llegadas al país en los últimos cinco años como el programa Hacia una Minería Sustentable, que plantea protocolos ambientales, productivos y de relacionamiento comunitario, y la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas, que publica los aportes económicos de los proyectos mineros e hidrocarburíferos.

Meding, de McEwen Copper, comenta: “Los proyectos de cobre son grandes y hay muchos. Necesitan mucha mano de obra y pueden alentar un proceso de industrialización. Veladero (oro) en San Juan era el 30 por ciento del PBI de la provincia y estuvo dentro de las primeras cinco empresas que más pagaron impuesto a las ganancias en el país”.

“Los números de estos proyectos con estas dimensiones son muy significativos. Los proyectos de cobre de la Argentina pueden ser realmente de transformación para las economías regionales y a nivel nacional. La Argentina está en un punto de inflexión respecto al cobre y la economía del país, se abrió una oportunidad muy grande para ser un país distinto. Esa es la diferencia con la etapa del cobre anterior a 2018″, destaca.

Por su parte, Hernández de la cámara de San Juan subraya: “Cuando vuelva a comenzar la producción de cobre en la Argentina vamos a ver primero una curva muy importante de empleo directo e indirecto porque se necesita de mucho movimiento y logística para el traslado hasta los puertos. Estimo que cada proyecto va a necesitar no menos de 2000 empleos directos y alrededor de 8000 indirectos, es decir, cada proyecto va a generar 10.000 empleos en la etapa productiva”.

Además, sostiene que esta segunda etapa productiva va a encontrar al sector mejor preparado y con una base industrial mucho más fuerte y sólida que en la primera etapa, entre 1997 y 2018. “Lo que ocurre en San Juan es que hay todo otro movimiento que genera la industria minera en términos de industria textil como ropa, calzado, equipamiento de alta montaña, proveedores de todo tipo, y de la industria de la alimentación”, enumera.

Asimismo, afirma que en esta nueva etapa hay un modelo de creación de valor social muy diferente a los años 90: “Hoy hay un modelo de participación e interacción social local diferente. Antes las comunidades locales no estaban atentas, hoy están al tanto y saben cómo van a participar. Por eso, el modelo de desarrollo local es absolutamente diferente”.

¿Qué necesitan los proyectos para que se concreten?

Para Mignacco, de CAEM, el sector en el país necesita “que se genere un contexto de reglas claras y mecanismos que aseguren su continuidad. Se debe garantizar un libre acceso al mercado de cambios. Y para dar certezas, es necesario que se respete la Ley de Inversiones Mineras. La voluntad de las empresas es invertir y producir y para esto necesitan certidumbre”. Y agrega: “En la Argentina la carga tributaria para los proyectos mineros metalíferos es más alta que para los países con los cuales competimos por la inversión. Las retenciones son un impuesto distorsivo y regresivo, por lo que se debería tender hacia su eliminación, para equipararse con los países mineros que no tienen este tipo de impuestos, que genera una desventaja”. En tanto, Hernández (CMSJ) opina que es fundamental que se respete la Ley de Inversiones Mineras, así se tiene certidumbre a largo plazo porque estos proyectos tienen una vida de alrededor de 30 años.

Meding, de McEwen Copper, asegura que en los últimos tiempos países como Chile o Perú se pusieron más complicados para hacer minería de cobre que la Argentina. En ese sentido destaca que es importante que San Juan sea una provincia amigable con la minería. “Para que un proyecto como Los Azules avance se requiere una línea clara también a nivel nacional y reglas claras que perduren en el tiempo. Resulta fundamental el acceso al mercado de cambios. Si invertimos en la Argentina, tenemos que poder pagar los préstamos, los insumos, los dividendos, si no nadie va a invertir. Y la Argentina no tiene dólares para poder levantar una empresa grande y de larga duración como las que producen cobre”, señala.

“Creo que el Decreto 234, que creó el Régimen de Fomento de Inversión para las Exportaciones, como medida que flexibiliza restricciones cambiarias y permite mayor acceso al Mercado Único Libre de Cambios para compañías exportadoras, es un buen paso. Sin embargo, no es suficiente si se tiene en cuenta la magnitud de inversión requerida. Es importante que se desarrollen los proveedores locales, pero hay cosas que si o si se tienen que importar porque no se fabrican en la Argentina y el Estado tiene que ayudar en estas situaciones, como lo hace Fernanda Ávila, la secretaria de Minería de la Nación”, aseguró el ejecutivo de la canadiense McEwen Copper.

Fuente: www.cronista.com

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